sábado, 28 de mayo de 2011

Querido Ortega.



Me he tomado la libertad de escribir de ti por que se me da muy bien eso de escribir sobre la gente, no como crítica pero si como visión, al final ese es mi objetivo mostrar a la gente el cómo veo las cosas y tal vez conectarme con ellas aun sin vernos a la cara, tal vez las palabras son más honestas que un montón de cosas.

Bueno la verdad es que ¡recuerdas nuestra historia?

Si,yo venía de salida de une stado en donde el nombre de César me causaba un algo no muy lindo, venía con ganas de jugar a algo y de repente me hice presente en el juego, ese juego al que le dediqué horas y mucho empeño, corajes y el cual me hizo ver que toda cosa dónde el hombre este presentes directamente puede llegar a tener varios elementos de la realidad que tu y yo vivimos.

Yo lo sabía, eras inteligente para mi, eras importante, por eso cuando deje el juego a causa de una pendejada mal planeada (si, como todas) sólo conserve tu correo, hasta que decidí regresar y ahí estabas tú, más que listo para empezar a hacer un dúo conmigo, un dúo temido, querido y odiado, recuerdo cómo me impulsaste a hacer cosas, a meterme a los chingadazos, a reírme de las críticas, me enseñaste a confiar en mí.
No sólo tuve un amigo en el juego sino también fuera, un amigo que cuando yo ya me daba por huérfana me escuchó y me ayudó, un amigo que me dijo que lo dejara todo y empezara desde cero, un amigo que se empezaba a convertir en un amante, un amigo que no me decía que me quería, un amigo que planeaba darme la tención de la persona que yo querpia con tal de ser feliz… tú.

Tan imperfecto, tan enojón, tan maduro, tan lindo, tán cálido, tan extraño… tú.

Y al final terminó todo, yo con humor insoportable y tú con una sensibilidad al por mayor… terminamos desangrándonos el uno al otro.. pero yo t e extrañaba Ortega, me hiciste falta, y no te quise por hacerme eso… pero al final todo se resumía en algo: te extrañaba.

Llegaron las confesiones, y yo sólo tuve la peor tangente que en mi vida he usado, el alejarme navegando con bandera de “no querer hacerte daño” y sabíamos que los dos estábamos siendo idiotas… pero seguimos.

Yo me fui.

Tú te quedaste.

Y yo te seguía extrañando.

Yo me decepcioné de cierto León

Y yo te seguí extrañando

Yo dejé el juego 

Pero te seguía extrañando

Tú andabas con esa mujer 

Y yo me enojé, pero te seguía extrañando

Y así los días, verte ahí pero no para mi, no conmigo.

Y al final seguía extrañando a mi amigo, si, eres el mejor amigo que pude encontrar para hacer y deshacer.

Y después como si todo fuera absurdo regresaste.

Si, regresaste a ocupar tu lugar de nuevo.

Ay Ortega.
Te extrañé.
Te quiero C.O.B.


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